sábado, 25 de julio de 2009

20030 A.D.

Después de morir, el hombre abrió los ojos, pestañeó varias veces, miró a su alrededor y sonrió satisfecho. El plan, una vida entera dedicada a la virtud cristiana, había funcionado. Una hueste de ángeles le dio la bienvenida y lo condujo ante el Altísimo.

-¿Es esto el Cielo? -preguntó el hombre.

-Lo es -respondió Él.

-¿Eres tú Dios?

-Lo soy.

Dicho esto, la Presencia Divina alzó ambos brazos. -Nada has de temer. Tus actos en la Tierra te han hecho merecedor del Paraíso. A partir de ahora vivirás aquí. En paz. Eternamente.

-Eternamente... Sí, sin duda. ¿Pero aquí? -El hombre alzó su rostro hacia Dios y sonrió-. Permíteme dudarlo.

Un complejo conjunto de sonidos escapó aceleradamente de entre sus labios hasta completar el código de balizamiento fonético. Mientras el desconcierto comenzaba a traslucirse en el rostro divino, a varios universos de distancia el localizador interdimensional construido bajo el desierto de Nueva Teherán hizo contacto y trasladó las coordenadas al teletransportador. En menos de un nanosegundo, una brillante esfera de apariencia metálica apareció sobre la cabeza de Dios.
Al verla, el hombre profirió un alarido gozoso.

-¡Allahu Akbar!

Antes de que el grito llegara a su fin, la bomba D, diseñada para eliminar dimensiones enteras, estalló sumiendo el Cielo en la nada.





La versión original de este cuento fue publicada en Prospectiva.

4 comentarios:

  1. Ya era hora de que lo subieras.

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  2. Porque no tenía nada para actualizar, que si no...

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  3. Genial vuelta de tuerca. Ojo que no lo lean los que se molestan con viñetas ;)
    Saludos

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  4. Na, si hubiera sido al revés tal vez.

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