domingo, 30 de noviembre de 2008

Los meses perdidos (I)

Desde que abandoné el blog hasta mi reciente reencuentro con él han transcurrido, más o menos, nueve meses. El mismo desconocido motivo que me llevó a eludir la escritura fue el culpable también de que mi habitual voracidad lectora disminuyera hasta límites insospechados. Durante los primeros meses del año, quizás hasta abril, leí poco y mal. Insustancialidades además, como comprobarán más abajo. A partir de mayo, mi insólito mal comenzó a sanar, y, lentamente, fui reconquistando mi ritmo habitual de lectura. El problema es que, al poco, algo que había estado requiriendo parte de mi interés desde el mes de enero, pasó a exigir todo mi tiempo. Este nuevo atractor fue el máximo culpable del rácano goteo que vino a continuación. Si se están preguntando de qué se trata, no sufran, lo descubrirán en las postrimerías de esta serie de entradas.
De los pocos libros leídos en estos meses, de la extraña dispersión de sus temáticas y naturalezas, y también de algunas reseñas abortadas, procedentes de lecturas anteriores, les hago un breve resumen a continuación. Algunas cosas más ha habido, pero no crean que demasiadas. Me ahorro hablar de Las benévolas, la mastodóntica y oscura novela de Jonathan Littell, porque fue el primer libro en pagar mi extraña afección. No es que me estuviera disgustando, pero la crisis me sobrevino durante su lectura, y sus más de 1200 páginas se me antojaron un horizonte imposible de alcanzar. Prometo volver a ella en el futuro.
Aclarado esto, vamos allá con lo demás.




Entre mis asignaturas pendientes, contaba hace tiempo la de leer una novela escrita por alguno de los componentes de la denominada generación del crack mexicana,Amphitryon, de Ignacio Padilla preferentemente Jorge Volpi o Ignacio Padilla, los dos más conocidos por estos pagos. Mi duda era si empezar por el muy prometedor En busca de Klingsor, de Volpi, o atacar directamente Amphitryon, de Padilla. Las dos novelas cuentan con premios importantes, así que la elección final vino dada por la longitud de las novelas y por mi estado anímico del momento, una relación que siempre se declara directamente proporcional.
Como se trata de hacer una reseña breve, diré que la novela de Padilla, que a priori contaba con numerosos elementos de mi gusto, no me complació. No por el contenido de la historia, un conflicto de identidades interesante de veras, sino porque la evidente preocupación formal no da el resultado esperado. No se trata de una mala cuantificación de los componentes, sino del tratamiento dado a la reflexiva voz interior, algo afectada, incluso cargante. La narración se regodea en circunloquios, que si bien al principio evocan atractivas pomposidades borgianas, producen al cabo una morosidad cansina, que afecta al natural fluir de la lectura.


Cuestiones curiosas de ciencia, presentado por Scientific AmericanEste librito publicado por Alianza Editorial, originario de la revista Scientific American (aquí Investigación y Ciencia), se descubrió como una de las mejores lecturas de cuarto de baño que haya tenido hasta la fecha.
"¿Perdón? ¿He leído bien? ¿Cuarto de baño?"
Oh vamos, sean ustedes sinceros. Todo ser humano tiene algún objeto de lectura reservado para ese penoso momento del día que resulta ser, al fin y al cabo (aunque no siempre), el más relajado. La particular estructura de este libro, constituido por artículos bastante cortos, lo hace ideal para ser consumido poco a poco, día a día, mientras respondemos a nuestras servidumbres fisiológicas.
Además de entretenerme, la lectura de este "Cuestiones curiosas de ciencia" me ha hecho más sabio. Ahora ya sé por qué el Sol y la Luna parecen más grandes cerca del horizonte, cómo duermen los delfines y las ballenas sin ahogarse o por qué se arrugan los dedos en el baño. También he visto contestada alguna pregunta más trascendente, como por qué la sangre de los hipopótamos es rosa, y me ha desvelado misterios ignotos, por ejemplo cómo digiere moscas la dionea. Algunas respuestas ya las conocía (¿puede estar involucionando la especie humana?), pero en general se trata de un libro fascinante que resuelve algunas de las preguntas que todos nos hacemos en determinado momento diario de nuestras vidas.


Walter Mosley continúa su viaje a través de los géneros de la narrativa con Matar a Johnny Fry. Maestro de la novela negra, con un más que interesante bagaje en la ciencia ficción, aborda esta vez la novela erótica, y lo hace con una intensidad y procacidad que invitan a calificar de forma más pertinente esta obra como pornográfica.Matar a Johnny Fry, de Walter Mosley Una condición que la editorial intenta refinar con la ingeniosa etiqueta "Una novela sexistencialista" adherida a la cubierta. Lo cierto es que las andanzas del protagonista le resultarán al lector tan atractivas como las de cualquier personaje calentón creado por Michel Houellebecq.
Hay preocupación existencial, cierto, pues la historia es la de un hombre engañado que, buscando vengarse en los mismos términos en los que ha sido traicionado por su pareja, acaba encontrándose a sí mismo y comprendiendo un mundo que antes le era insospechado. Como el ingenuo doctor Bill Hartford del filme "Eyes Wide Shut", Cordell Carmell realiza un viaje iniciático que le abre los ojos a una realidad oculta, pero a diferencia del personaje kubrickiano, se sumerge de lleno en el maelstrom sexual de la nueva realidad que descubre. Clubs privados, vecinas lujuriosas, extrañas cintas de video y estrellas de la pornografía serán sus maestros. El círculo se cierra, finalmente, al desvelar su protagonista el escabroso secreto del que procede la conducta extrema de su pareja, así como sus extrañas motivaciones. En el proceso de venganza y descubrimiento, Cordell Carmell adquiere una nueva concepción del mundo.
Una interesante novela que se devora sin pausa, no sólo por su temática, sino también por la usual y aparente sencillez con la que el estilo de Mosley viste siempre a sus textos.


Sin abandonar del todo el asunto anterior, viajamos hasta los dominios de la no ficción. El libro escrito por Eva Roy, responsable de contratar las películas que emitían aquellos canales pioneros en la emisión catódica de cine pornográfico, prometía ser un interesante recorrido por el género patrio. Y Mi lado más hardcore, de Eva Roycierto interés tiene, no voy a negarlo. Mi lado más hardcore presenta un más que atractivo diseño e incluye, entre otros contenidos, una larga serie de entrevistas realizadas a personajes de gran importancia para el género X español; actrices, actores y directores bastante populares, pero también productores y distribuidores, menos conocidos por el seguidor de este tipo de cine pero fundamentales para su desarrollo.
Conocidas estrellas españolas, como Celia Blanco o Lucía Lapiedra, y extranjeras, como Katsumi (ahora Katsuni) o la sosísima mega-star Silvia Saint, comparten declaraciones con sus más reconocidos partenaires masculinos. Super humanos como Nacho Vidal, Max Cortés o el universal Rocco Siffredi explican las motivaciones y los hechos que les condujeron hacia ese lado del negocio, y hacen ver por qué lo convirtieron en su oficio. Además de las siempre divertidas anécdotas, lo más interesante para quien tenga curiosidad por este género cinematográfico es, seguramente, el conjunto de entrevistas realizadas a los altos gerifaltes y grandes negociadores del cine X, Berth Milton incluido, que ayuda a conocer la mecánica interna de un mercado que cada año mueve más y más dinero.
El libro alterna ese contenido documental con las desventuras de su autora en el mundillo a lo largo de unos cuantos años. Aunque están descritas en el habitual tono quejica de la mayoría de textos sobre el X (como si al porno hubiera que aplicarle aún más maquillaje underground para cumplir con el tópico), algunas son divertidas e ingeniosas, y evidencian una objetividad que es rara de ver en los artículos y ensayos escritos sobre el género. Sólo al final, en el par de artículos que cierran el libro, se permite la autora caer en el cliché.

2 comentarios:

  1. ¿Y por qué te censura César?

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  2. No ha sido César. Los dos comentarios anteriores los eliminé yo mismo. Saber por qué te va a costar un par de vinillos.

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