miércoles, 31 de octubre de 2007

José de Espronceda. El estudiante de Salamanca

Era más de media noche,
antiguas historias cuentan,
cuando en sueño y en silencio
lóbrego envuelta la tierra,
los vivos muertos parecen,
los muertos la tumba dejan.
Era la hora en que acaso
temerosas voces suenan
informes, en que se escuchan
tácitas pisadas huecas,
y pavorosas fantasmas
entre las densas tinieblas
vagan, y aúllan los perros
amedrentados al verlas:
En que tal vez la campana
de alguna arruinada iglesia
da misteriosos sonidos
de maldición y anatema,
que los sábados convoca
a las brujas a su fiesta.
El cielo estaba sombrío,
no vislumbraba una estrella,
silbaba lúgubre el viento,
y allá en el aire, cual negras
fantasmas, se dibujaban
las torres de las iglesias,
y del gótico castillo
las altísimas almenas,
donde canta o reza acaso
temeroso el centinela.





(...)



¡Que era pública voz, que llanto arranca
del pecho pecador y empedernido,
que en forma de mujer y en una blanca
túnica misteriosa revestido,
aquella noche el diablo a Salamanca
había en fin por Montemar venido!...
Y si, lector, dijerdes ser comento,
como me lo contaron, te lo cuento.



 
El buen aficionado al género fantástico habrá disfrutado más de una vez con las pequeñas y grandes joyas escritas durante el Romanticismo, un período artístico reivindicado especialmente por los amantes de lo nocturno y lo espectral. Si nos referimos a España, la imaginación del lector volará en primer lugar hacia las "Rimas y leyendas" de Becquer, para acudir, inmediatamente después, a El estudiante de salamanca.
Poema de tintes donjuanescos y atmósfera fantasmagórica, es también la principal muestra del virtuosismo con que Espronceda logró conjugar métrica y contenido para sublimar la narración. Si quieren leer está maravilla completa, pueden hacerlo hoy mismo desde la web de Cervantes Virtual. Se trata de una lectura especialmente indicada para una noche de difuntos.



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