miércoles, 20 de diciembre de 2006

Kevin Brockmeier. Breve historia de los que ya no están

Breve historia de los que ya no están
He rellenado hace unos días un formulario sobre hábitos de lectura. No es el primero, así que una vez más me han hecho gracia esas típicas preguntas con las que se empeñan en descubrir el impulso secreto que mueve al comprador de libros. Será que soy raro, difícil de encasillar, pero lo cierto es que no podría decantarme por una razón como motor de la compra, sino por muchas.
¿Es por el autor? Sí, a veces. ¿Por el argumento? Sí claro, también. ¿Porque pertenece a un determinado género? En ocasiones sí, por supuesto. ¿Por la ilustración de cubierta? Bueno, no exclusivamente, pero también suma. Y no sólo eso, también centro mi atención en el olor característico al hojearlos (mi vicio nada secreto), en el precio, en la editorial, en el número de páginas..., menos en los blurbs, en todo. Pienso que si ni yo mismo sé muchas veces, una vez en casa, por qué he adquirido determinado libro, difícil será que los señores al otro lado del formulario logren deducirlo.
Si alguien me preguntara por qué compré, por ejemplo, Breve historia de los que ya no están, no sabría contestarle. Supongo que en aquel momento me pareció una buena idea. Una prueba más de que hay momentos para todo, incluso para equivocarse.
A Laura Bird se le está acabando el tiempo. Hace tres semanas que ella y dos de sus colegas se encuentran solos en uno de los lugares más fríos y remotos de la Tierra. Los dos hombres parten en busca de ayuda, y de repente Laura se da cuenta de que no van a volver. Así que recoge los pocos víveres que le quedan e inicia un viaje extraordinario. Entretanto, en otro lugar, más y más gente va llegando a una ciudad sin nombre. Cada persona tiene una historia distinta que contar, pero hay algo que todos tienen en común: era su último viaje. Están en la ciudad de los muertos, un lugar en el que permanecerán mientras en la Tierra quede alguien que los recuerde. El problema es que la ciudad ha comenzado a vaciarse.

Esta novela, curiosamente, se publicó antes en España que en EE.UU., país de origen del escritor. Brockmeier es un joven y sobresaliente cuentista que también ha incursionado en el terreno de la narrativa infantil. Como novelista, me temo, le queda aún bastante terreno por recorrer para adquirir el mismo dominio que demuestra en la distancia corta. Breve historia de los que ya no están es una novela de género fantástico desangelada, de esas que dejan la misma expresión en el rostro (y lo que es peor, en el corazón) del lector tanto al comienzo como en su conclusión.
El viaje extraordinario de Laura por los hielos antárticos se inspira, tal como reconoce el autor, en las páginas de El peor viaje del mundo, la obra maestra de Apsley Cherry-Garrard. Y lo hace con tal exceso que uno no puede evitar la comparación, tras la cual, naturalmente, la descripción de Brockmeier sale apaleada. Tanto el personaje de Laura como, especialmente, los del diverso grupo que pulula por esa extraña ciudad en involuntario desalojo están pobremente construídos. Los habitantes de la urbe parecen haber escapado del guión de alguna producción cinematográfica desechada por Frank Cappra. Si el lector pone interés en llegar a la conclusión de la historia, se encontrará con que ésta deriva indecisa entre el elongado escapismo que cerraba la novela Tránsito, de Connie Willis, y la lisergia que apabullaba al espectador en el tramo final de "2001, una odisea espacial".
Hay detalles graciosos, como la culpabilidad de la Coca Cola en el fin del mundo, e incluso algún diálogo con cierto ingenio tristón, pero no son mas que islas en un océano de inanidad. Esta aburrida novela de Kevin Brockmeier persigue, sin llegar a contactar con la literatura new age, la estela de algunos escritores del buen rollo como Mitch Albom. El resultado es un flojo ejercicio de intenciones metafóricas cuya presunta profundidad no logra salvar el escollo de una trama carente de fuerza vital.

5 comentarios:

  1. Esas maravillosas frases promocionales que la editorial coloca en las cubiertas y la faja de cada libro.

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  2. Pensaba que era la onomatopeya de un eructo.

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  3. Buf, me disponía a leerla pero tras leer tu comentario, creo que va a seguir esperando turno... :) Interesante blog (yo a Yoknapatawpha iría de visita, pero quedarse a vivir ahí??? Un poco gore, ¿no? :)) Saludos, Sylvia

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  4. Amiga mía, uno no decide dónde nace. Aunque estoy de acuerdo contigo, un sitio un poco oscuro. En cuanto a la novela de Brockmeier, no te la recomiendo, no. A mí me suena demasiado a bastantes cosas, todas mejores. Es una novela new age que encima trata de no serlo, no sé si me entiendes.
    Bienvenida, sylvia. Interesante y ecléctico blog el tuyo.

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