martes, 14 de enero de 2014

Breves: Monteagudo, Pérez Navarro


El edificio, de David Monteagudo

David Monteagudo, autor también de Marcos Montes y Brañaganda, vio cómo, en apenas una semana, llegaba a los cines la versión cinematográfica de su novela Fin y a las librerías su última obra, El edificio. Es esta una antología nada extensa, circunstancia debida a la brevedad de sus relatos. El gallego demuestra que tiene un estilo definido, ágil y brillante en lo descriptivo. La cotidianeidad y el elemento fantástico sin desenlace son su sello de marca. El problema es que la suma de ambos valores, en longitudes tan breves, desemboca a menudo en la intrascendencia.
La antología se abre con "Informe sobre Aridia", un cuento de ciencia ficción magnífico (aunque explote una idea que ya imaginó el británico Christopher Priest en su novela El mundo invertido) al que acompañan relatos interesantes como "La carrera", "La fiesta de la escalera" y "El escritor en ciernes", pero también otros tantos absolutamente anecdóticos. La escritura de Monteagudo ejerce un cierto magnetismo, se hace fácil y cercana, pero en ocasiones es vacua, y eso, en distancias tan cortas como las que exige este libro, en las que el protagonismo de la idea aumenta, penaliza notablemente el concepto literario.
Hay, además, una particularidad que cabe mencionar en este blog: si el lector está bregado en el género fantástico algunos cuentos le van a parecer algo ingenuos.



14 maneras de describir la lluvia, de Daniel Pérez Navarro

A pesar de ser este su quinto libro, aún no había leído nada del autor de Mobymelville, y confieso que le tenía ganas. Me habían anticipado que su narrativa no era la usual dentro del fantástico, que se trataba de un escritor peculiar, característica suficiente como para despertar mi interés. Una vez concluida esta novela tengo que estar de acuerdo con tal consideración. Se pueden decir cosas buenas y peores de este libro, pero no hay duda de que su autor pretende algo distinto de lo que suele manejarse en la literatura fantástica española.
14 maneras de describir la lluvia es un libro ascendente, que comienza con titubeos y acaba convenciendo por la propuesta tremendamente ambiciosa que lo impulsa. Estilísticamente, a Pérez Navarro aún le queda camino por recorrer, sin embargo muestra un gran dominio del tiempo y de las estructuras internas de la narración. En la primera parte de las dos en las que se divide el libro, los personajes y hechos son presentados en tiempos distintos, días arriba o abajo, siempre fluctuando alrededor del suceso principal (el atroz asesinato de un joven en la playa) como si de una espiral se tratase. La segunda parte es, podría decirse, un desenlace con alma de epílogo en el que, sin embargo, pocas cosas se explican.
Se trata de una obra posmoderna, no sólo por su falta de linealidad, sino también por su contenido genérico. En ella se mezcla el género negro con los tres derivados del fantástico: el terror, la fantasía y la ciencia ficción. Lo macabro está muy presente, y aparte de la dislocación temporal, cabe señalar una notoria ausencia de respuestas. Los referentes de Pérez Navarro, si atendemos a esto, parecen ser bastante actuales. Hay, además, pasajes escritos en cursiva dentro del primer capítulo que suponen pequeños puntos y aparte y que remiten a una mitología arcana, tal como sucede en algunas de las obras de Cormac McCarthy. La narración no explicativa y alternante remite a autores como Haruki Murakami o M. John Harrison, expertos en presentar historias cuyos misterios han de ser cerrados por la imaginación del lector. Pérez Navarro parece haber tomado buena nota de todos, pues en su obra es fácil distinguir sus respectivas huellas.
A estas alturas de la película, reconforta ver que hay gente en el fantástico español con genuinas inquietudes literarias.


1 comentario:

  1. Justo estoy terminando de leer la novela de Pérez Navarro, y mi impresión es muy parecida. Para alguien curtido en el género como un servidor, es reconfortante, y a la par extraño, comprobar que sus influencias no son las de siempre. Que se parte de otros referentes para crear algo, si no novedoso, sí fresco.

    Es también muy evidente la influencia de El Jarama de Sánchez Ferlosio. Es un libro que tengo muy atrás en el tiempo (buff, hace más de media vida). Pero lo veo en esos diálogos sucediéndose durante páginas y páginas, muchas veces completamente vacíos, capturando las banales conversaciones de los personajes con los que se van encontrando los protagonistas. Especialmente los adolescentes, con esos giros al expresarse tan alejados de la corrección académica. Lo que ayuda a potenciar la sensación de extrañamiento generacional que impregna la trama de género. También está el hecho que el lector tiene que implicarse al 100% en la lectura. El narrador no se posiciona, no sobreexplica, no acota... Cuenta y allá cada cuál con lo que entienda.

    Sí que me hubiera gustado una edición más pulcra, con alguna errata menos, pero bueno... Al menos lo hemos podido leer.

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