Una de las conferencias más interesantes a las que acudí en la pasada Semana Negra de Gijón trataba de las diferencias entre la ciencia ficción y la fantasía como géneros literarios. Juan Miguel Aguilera, Elia Barceló, Susana Vallejo y Sergi Viciana departieron sobre los porqués de la actual situación de ambos géneros, de la diferencia de ventas entre los libros de uno y otro y su posible éxito o fracaso. Fue muy interesante. Aguilera, como correspondía, se mostró como un aguerrido defensor de la ciencia ficción, y dejó una pregunta en el aire que no fue respondida. Vino a decir que, mientras que la ciencia ficción es pródiga en cuanto a la importancia y profundidad de los dilemas morales y sociales a tratar, la fantasía es un simple ejercicio de escapismo. Pidió con sana vehemencia que alguien le citara algún título importante de fantasía (que no fuera El señor de los anillos, la proverbial excepción) que tratara los grandes temas humanos y sociales de forma profunda. Sospechosamente, su requerimiento no fue satisfecho, ni desde la propia mesa ni desde el graderío.
¿Tiene razón Aguilera? Sé que no debería, porque innúmeras veces he confesado mis prejuicios contra la literatura de fantasía, pero me van a permitir que les dé mi opinión, que no es sino esta: aunque parten del mismo tronco, el género de fantasía y el de ciencia ficción no son sólo distintos, sino más bien contrapuestos. Como definición valdría decir que la cf se encarga de, permítanme una vez más la licencia, "fantasear" con las posibles aplicaciones e implicaciones de la ciencia, utilizandola a veces en la trama, a veces en el escenario, o incluso en ambos. En base a esto, cualquier mente despierta podría colegir que la cf es, entonces, una forma o rama de la fantasía, pero no debemos dejarnos engañar por apariencias nominales. Si hacemos caso al Diccionario de la Real Academia, fantasear es, entre otras cosas, dejar correr la imaginación, e incluso imaginar algo fantástico. Y si buscamos los significados de fantástico, veremos que en su primera acepción la palabra denomina a todo aquello que es quimérico, que no tiene realidad y que, de nuevo, consiste sólo en la imaginación. Exacto, la imaginación.
Refiriéndome a las intenciones de la cf, he empleado la palabra "fantasear", sí, y sin embargo existe un elemento que opone la fantasía científica o cientifista al género de la fantasía: la búsqueda de la verosimilitud. Fantasear, pero siguiendo ciertas normas coherentes con la realidad. Ese es el punto principal en el cual ambos géneros se separan hasta convertirse en realidades distintas. Ambas son ficciones, fantasías, productos derivados de la imaginación, pero, mientras que la fantasía no conoce límites -porque no le importan en absoluto- la cf juega a estirar la realidad tratando de no salirse de ella. La cf es la imaginación aplicada a la razón. Trata de distorsionar el hecho científico, de sacarle todo el jugo, pero sin romperlo. En la fantasía todo vale; en la cf, no.
Un brujo puede trasladarse en el tiempo con un simple conjuro; un científico necesitará de una máquina del tiempo, basada en principios científicos, para hacerlo. La magia no existe; la tecnología sí. Es ese elemento realista dentro de la ficción lo que marca definitivamente el género de cf, lo que agarra por las tripas a sus lectores. Pero, ¿se trata simplemente de la diferencia entre "podría ocurrir" y "no podría suceder"? Si miramos algunas de las obras clásicas de la cf nos veremos impelidos a afirmar que la respuesta a esa pregunta es "no". Por ejemplo, muchas de las fechas aparecidas en esas obras ya quedaron atrás, y sin embargo siguen siendo válidas. Bueno, a nadie se le escapa que tanto cuando leemos un libro escrito en el pasado como cuando vemos una película de hace décadas, el punto de vista del lector-espectador cambia y se amolda a la situación, porque por muy poderosa que sea la obra, siempre sabemos que en el fondo estamos haciendo un ejercicio de abstracción, y que como juego que es, hemos de jugarlo según las normas. La mente hace la identificación posible. Es lo que se llama pacto de ficción, ese acuerdo que ha de buscar toda narración para ser creíble.
Pero vayamos concretando. La fantasía y la ciencia ficción imaginan una realidad que hoy día no existe, pero los puntos de partida sobre los que aplican esa imaginación, de los que proceden cada uno, son opuestos. Es crucial entender correctamente este punto, porque, si bien los dos géneros siguen muchas veces los mismos caminos para explotar sus ficciones, y cierto tipo de space opera puede ser estéticamente indistinguible de una fantasía medieval, uno de ellos procura estirar la realidad y el otro romperla. Es decir, la cf busca incorporar la realidad a su corpus; la fantasía, no. Y he aquí el punto crítico. Mientras que la fantasía no se somete a la realidad, la cf elige la realidad como juez y parte del pacto de ficción, es decir, le da el papel más importante. En la cf, la realidad marca los límites de lo posible, provocando los mil y un trucos para eludirla sin quebranto que conforman sus narraciones. El género de fantasía se refocila en esa ruptura de la realidad. Fantasía heróica, fantasía medieval, fantasía feérica; hadas, dragones, hechiceros, magia... En sus distintos subgéneros se muestran mil y una faltas de coherencia con lo que en este mundo tenemos asumido como real. La fantasía vive en lo no probado, en lo inexistente, en aquello cuya base es la creencia. ¿Ven a dónde voy? ¿Sí? La diferencia entre la fantasía y la cf procede del mismo sitio que la existente entre la religión y la ciencia. Y por tanto, como aquellas, no pueden ser más distintas.
Para acabar, hay otra cuestión importante. Ese afán por la verosimilitud, por la plausibilidad, convierte a la cf, además, en un medio especulativo de primer orden. Es uno de los grandes valores del género. Además de entretener, es capaz, por su propia idiosincrasia, de ofrecer posibles respuestas a lo que nos espera a todos en el futuro. E incluso a lo que estamos viviendo en el presente. Dado que el escritor respeta la realidad, muchas veces su obra acaba siendo una alegoría de nuestro momento actual, no una fantasía ajena a nuestro mundo. La cf divierte de forma inteligente. Sin ánimo peyorativo alguno, afirmo que si la fantasía, con su nulo respeto hacia la realidad, se muestra más propia del escapismo de la infancia, la cf, por el contrario, intenta encontrar la maravilla dentro de lo establecido, de encontrar los elementos fantásticos que conforman la esencia de la realidad misma. El gusto por una u otra responderá en parte a la capacidad que cada uno tenga de conectar con su parte infantil. O de escapar de ella.
¿Tiene razón Aguilera? Sé que no debería, porque innúmeras veces he confesado mis prejuicios contra la literatura de fantasía, pero me van a permitir que les dé mi opinión, que no es sino esta: aunque parten del mismo tronco, el género de fantasía y el de ciencia ficción no son sólo distintos, sino más bien contrapuestos. Como definición valdría decir que la cf se encarga de, permítanme una vez más la licencia, "fantasear" con las posibles aplicaciones e implicaciones de la ciencia, utilizandola a veces en la trama, a veces en el escenario, o incluso en ambos. En base a esto, cualquier mente despierta podría colegir que la cf es, entonces, una forma o rama de la fantasía, pero no debemos dejarnos engañar por apariencias nominales. Si hacemos caso al Diccionario de la Real Academia, fantasear es, entre otras cosas, dejar correr la imaginación, e incluso imaginar algo fantástico. Y si buscamos los significados de fantástico, veremos que en su primera acepción la palabra denomina a todo aquello que es quimérico, que no tiene realidad y que, de nuevo, consiste sólo en la imaginación. Exacto, la imaginación.
Refiriéndome a las intenciones de la cf, he empleado la palabra "fantasear", sí, y sin embargo existe un elemento que opone la fantasía científica o cientifista al género de la fantasía: la búsqueda de la verosimilitud. Fantasear, pero siguiendo ciertas normas coherentes con la realidad. Ese es el punto principal en el cual ambos géneros se separan hasta convertirse en realidades distintas. Ambas son ficciones, fantasías, productos derivados de la imaginación, pero, mientras que la fantasía no conoce límites -porque no le importan en absoluto- la cf juega a estirar la realidad tratando de no salirse de ella. La cf es la imaginación aplicada a la razón. Trata de distorsionar el hecho científico, de sacarle todo el jugo, pero sin romperlo. En la fantasía todo vale; en la cf, no.
Un brujo puede trasladarse en el tiempo con un simple conjuro; un científico necesitará de una máquina del tiempo, basada en principios científicos, para hacerlo. La magia no existe; la tecnología sí. Es ese elemento realista dentro de la ficción lo que marca definitivamente el género de cf, lo que agarra por las tripas a sus lectores. Pero, ¿se trata simplemente de la diferencia entre "podría ocurrir" y "no podría suceder"? Si miramos algunas de las obras clásicas de la cf nos veremos impelidos a afirmar que la respuesta a esa pregunta es "no". Por ejemplo, muchas de las fechas aparecidas en esas obras ya quedaron atrás, y sin embargo siguen siendo válidas. Bueno, a nadie se le escapa que tanto cuando leemos un libro escrito en el pasado como cuando vemos una película de hace décadas, el punto de vista del lector-espectador cambia y se amolda a la situación, porque por muy poderosa que sea la obra, siempre sabemos que en el fondo estamos haciendo un ejercicio de abstracción, y que como juego que es, hemos de jugarlo según las normas. La mente hace la identificación posible. Es lo que se llama pacto de ficción, ese acuerdo que ha de buscar toda narración para ser creíble.
Pero vayamos concretando. La fantasía y la ciencia ficción imaginan una realidad que hoy día no existe, pero los puntos de partida sobre los que aplican esa imaginación, de los que proceden cada uno, son opuestos. Es crucial entender correctamente este punto, porque, si bien los dos géneros siguen muchas veces los mismos caminos para explotar sus ficciones, y cierto tipo de space opera puede ser estéticamente indistinguible de una fantasía medieval, uno de ellos procura estirar la realidad y el otro romperla. Es decir, la cf busca incorporar la realidad a su corpus; la fantasía, no. Y he aquí el punto crítico. Mientras que la fantasía no se somete a la realidad, la cf elige la realidad como juez y parte del pacto de ficción, es decir, le da el papel más importante. En la cf, la realidad marca los límites de lo posible, provocando los mil y un trucos para eludirla sin quebranto que conforman sus narraciones. El género de fantasía se refocila en esa ruptura de la realidad. Fantasía heróica, fantasía medieval, fantasía feérica; hadas, dragones, hechiceros, magia... En sus distintos subgéneros se muestran mil y una faltas de coherencia con lo que en este mundo tenemos asumido como real. La fantasía vive en lo no probado, en lo inexistente, en aquello cuya base es la creencia. ¿Ven a dónde voy? ¿Sí? La diferencia entre la fantasía y la cf procede del mismo sitio que la existente entre la religión y la ciencia. Y por tanto, como aquellas, no pueden ser más distintas.
Para acabar, hay otra cuestión importante. Ese afán por la verosimilitud, por la plausibilidad, convierte a la cf, además, en un medio especulativo de primer orden. Es uno de los grandes valores del género. Además de entretener, es capaz, por su propia idiosincrasia, de ofrecer posibles respuestas a lo que nos espera a todos en el futuro. E incluso a lo que estamos viviendo en el presente. Dado que el escritor respeta la realidad, muchas veces su obra acaba siendo una alegoría de nuestro momento actual, no una fantasía ajena a nuestro mundo. La cf divierte de forma inteligente. Sin ánimo peyorativo alguno, afirmo que si la fantasía, con su nulo respeto hacia la realidad, se muestra más propia del escapismo de la infancia, la cf, por el contrario, intenta encontrar la maravilla dentro de lo establecido, de encontrar los elementos fantásticos que conforman la esencia de la realidad misma. El gusto por una u otra responderá en parte a la capacidad que cada uno tenga de conectar con su parte infantil. O de escapar de ella.
Pues por referencias: que estoy de acuerdo con lo que dices. Para mí la cifi y la fantasía son tan diferentes como las novelas románticas y las bélicas. Eso no significa que si me gustan las novelas bélicas no pueda disfrutar con una buena novela romántica. Pero, en mi opinión, nunca ha tenido sentido colocar las dos cosas en el mismo carro. La fantasía existe desde siempre, la cifi (tal y como yo la entiendo) desde Frankenstein. Por eso me desconcertaba tanto cuando alguien decía que "La locura de Dios" o "Rihla" eran novelas de fantasía. Bueno, para mí no lo eran, ni las pensé como tal.
ResponderEliminarJuanmi
Yo soy más de SF que de fantasía, pero respondiendo a la pregunta de si hay otras fantasias que traten aspectos serios y profundos, puedo pner como ejemplo las historias de Terry Pratchett. Sátira en clave fantástica de nuestra sociedad.
ResponderEliminarEn realidad todo esto parte tanto de englobar a todos estos géneros en eso tan nebuloso llamado "fantástico" y de los mestizajes. Hace tiempo que están detrás de colocar a todos esos géneros literarios "raritos" bajo el mismo denominador común, bajo el mismo nombre. Y no. No tienen nada que ver Asimov con Tolkien, ni estos con Borges, y todos escriben "fantástico". Y es un término que procede, una vez más, del cine. El cine es el que ha impuesto las reglas. Ha dado a conocer estos géneros, pero también los ha maleado.
ResponderEliminar"La diferencia entre la fantasía y la cf procede del mismo sitio que la existente entre la religión y la ciencia."
ResponderEliminar¿Tengo que aclarar que comparar géneros literarios con ciencia/religión es una tontería?
"La cf divierte de forma inteligente."
Por favor, los dos géneros son literatura, no tiene ningún tipo de finalidad, simplemente entretener. Que tu digas que la cf divierte de forma inteliegente dice poco o nada. Por lo general la cf planea más dilemas sociales/morales sobre el futuro.
Pero eso no lo convierte en mejor entretenimiento, la base de realidad/ficción tiene poco que ver con lo que para mi se tiene que valorar de una obra literaria, la narrativa, la profundidad de los personajes/descripción de las situaciones, complejidad de la trama, etc....
Aguilera se equivoca de parte a parte. Creo que, como casi todo el mundo, confunde la fantasía con las "tolkienadas". Por poner sólo un ejemplo, las novelas de China Miéville poseen una carga social y política bastante marcada, mientras que, por otro lado, gran cantidad de ciencia ficción se limita a masajear el ego de los estudiantes de ciencia que no ligan transportándoles a un mundo en el que las leyes de la física y el pensamiento racional dominan la realidad.
ResponderEliminarCreo que tu apreciación de la fantasía ignora deliberadamente todas las corrientes derivadas del surrealismo o el simbolismo, que siempre han utilizado el distanciamiento y el reflejo para tratar sobre realidades humanas bastante tangibles. La fantasía, entendida como creación de mitos contemporáneos, es bastante anterior al positivismo decimonónico que está en la base de la CF y no es aventurado suponer que le sobrevivirá.
Por otro lado, dudo mucho que el atractivo primario de la CF para los, generalmente jóvenes, lectores que se inician en ella sea precisamente su compromiso con la realidad, sino más bien su promesa de un cambio, su fe en otros mundos posibles lejanos a este. ¿No es eso escapismo? En cambio, cuando Gregor Samsa se convierte en un escarabajo, queda atrapado en una pesadilla sórdida y angustiosa, como quienes se ven obligados a vivir con una enfermedad o a salir adelante en un lugar de trabajo insoportable. Pero, claro, sospecho que no se me aceptaría Kafka como fantasía, porque no lo publica Timún Mas.
La Metamorfosis es fantasía, sin más, pura y dura. Y es simbolismo, y es filosofía, y es todo menos escapismo infantil. Y de nuevo, es fantasía. Decir que la cf divierte de forma "inteligente" ¿implica acaso que la fantasía lo hace de forma "tonta"? Decir que la cf no tiene conexión con el escapismo infantil, ¿implica que la fantasía es infantil? Eso es decir mucho y muy arriesgado. La Fantasía es un género inmenso, poblado de grandes obras de la Literatura Universal tanto como historias fáciles de rápido consumo. De todo tiene. No puede degradársele a sólo las simples pseudocopias de Tolkien que por ahí pululan, que también son fantasía, pero jamás la agotan.
ResponderEliminarDecir que la fantasía no admite la verosimilitud es dar al traste con toda la teoría literaria, con toda la literatura en su misma génesis. Por favor: toda obra literaria (incluyendo a la cf, claro está), toda, toda, sea fantástica o realista, *debe ser* verosímil. Si no cumple con esa premisa, si no es coherente, si no logra formar el pacto con el lector, falla irremisiblemente no ya como historia, como literatura. Y todas las obras de fantasía que son obras literarias en todo su esplendor son verosímiles y son coherentes, según las normas de su propio mundo narrado. Igual que las de CF, ya que estamos. Por más que la CF juegue con la ciencia, no es más que ficción de una suposición, no es real, no es visible, tiene que ser tan verosímil como la historia de un mago. Y como la historia de un ama de casa que se enamora de su vecino. Igual.
Esta discusión surge por confundir "fantasy" con "literatura fantástica". Por otro lado, ¿cuántas obras clasificadas como cf son en realidad pura fantasía? Fredric Brown sostenía que la diferencia entre lo uno y lo otro es, muchas veces, una mera cuestión de léxico.
ResponderEliminar"Creo que tu apreciación de la fantasía ignora deliberadamente todas las corrientes derivadas del surrealismo o el simbolismo"
ResponderEliminarEstá claro, porque el surrealismo y el simbolismo es una cosa y la fantasía otra. Si se aplican baremos tan burdos, todo es fantasía, todo es ciencia ficción y todo es todo.
¿Dalí hacía fantasía? Eso es no tener ni idea de las corrientes artísticas del siglo XX y su filosofía.
Entiendo (como por otro lado hacen muchos frikis de la ciencia ficción) que intentes arrimar el ascua a tu sardina. Como los que dicen que "la historia verdadera de Luciano de Samosata" es ciencia ficción.
Vale, a estas alturas ya no me apetece discutir pendejadas. Por eso digo, y repiro "en mi opinión" y "tal y como yo lo entiendo".
Si tú quieres que pulpo sea "animal de compañía", allá tú.
Juanmi
Sin duda es error mío no aclarar que me estoy refieriendo en todo momento a lo que los anglosajones denominan "fantasy", pero supuse que el contexto (el dibujo, Tolkien, la diferenciación con Borges, mi mención a la semejanza nominal) era lo suficientemente clarificador. En castelano no hay, desgraciadamente, un nombre equiparable, y de eso me quejo. Aquí la "fantasía" se apropia de muchas cosas que no son fantasy. Valga en todo caso mi aclaración para futuros comentarios.
ResponderEliminarY se pueden comparar perfectamente los procesos que mueven en origen a la literatura y a las creencias. Todo es susceptible de estudio, y lo cierto es que religión y fantasía se basan en lo mismo: dar como posibles cosas inexistentes. El fantasy es un acto de fe.
Por cierto, decir que la única intención de la literatura es entretener me deja perplejo. Lo que esperaba haber dejado claro es que si bien son los valores literarios los que conforman el pacto de ficción, en el caso de la ciencia ficción han de someterse, además, a la posibilidad científica. Eso hace que la narración no sólo tenga que ser verosímil en tanto a su universo literario, sino que también ha de serlo en cuanto a la realidad. La cf, aunque parezca un contrasentido, se mueve en el realismo; la fantasía es puro escapismo.
Todo el mundo sabe que el pulpo es un animal cariñosísimo, con todos esos tentáculos para abrazar. Todos los que tienen uno están contentísimos con ellos.
ResponderEliminarSobre todo si se llama Paul.
ResponderEliminarJuanmi
@Abuelo Igor: "gran cantidad de ciencia ficción se limita a masajear el ego de los estudiantes de ciencia que no ligan transportándoles a un mundo en el que las leyes de la física y el pensamiento racional dominan la realidad."
ResponderEliminarEPIC FAIL
Para tu información, las leyes de la física dominan la realidad (a no ser que tú vivas en Mordor, claro, donde, como todo el mundo sabe, se liga mucho más).
No me voy a poner tan picajoso como para pedir definiciones de "realidad", pero, admitiendo lo de las leyes de la física, lo del pensamiento racional se me antoja mucho más peliagudo. Tal vez no me expresé muy bien, pero me refería en concreto a que conocer bien las leyes de la física te sirviera para salir de cualquier atolladero, como en una novela de Hal Clement.
ResponderEliminarY por supuesto que se liga más en Mordor. Desde que lo probé con una orca (no la ballena, claro), me di cuenta de que no había color.
Sólo decir que me resulta sorprendente que ante la petición de algún "título importante de fantasía" que "tratara los grandes temas humanos y sociales de forma profunda" nadie se acordara del Terramar de Ursula K. Le Guin. O incluso, salvando las distancias y por poner un ejemplo más "blockbuster", los libros de Mistborn de Brandon Sanderson o el ya mencionado en los comentarios China Miéville.
ResponderEliminarPor lo que a mi respecta, disfruto de una buena novela independientemente de la etiqueta. Tan fantastica es Olympo de Dan Simmons como la saga de geralt de rivia de Sapkowski y ambas estan muy bien escritas a mi entender. Hay que elegir una sobre otra?
ResponderEliminarPara nada. En ningún momento he dicho que un género tenga que gustar más que el otro, sólo que son muy distintos.
ResponderEliminarLlego tarde, pero aparte de que ejemplos hay a patadas en cuanto te sales de seguidores de Tolkien (de hecho es más normal que haya dilemas morales y profundización en personajes que lo contrario) como, y me canso de poner otra vez los mismos ejemplos, la Hambly, el Martin, el Sanderson, la Hobb, la Gentle, la Zimmer Bradley, la Yolen, larguísimo etcétera, ese silencio me da a mí que está causado porque el muy elitista lector de cifi considera la fantasía como un placer culpable. Y el propio concepto de "placer culpable" es una cosa muy chunga.
ResponderEliminar