domingo, 15 de enero de 2012

Imágenes de cf. XIII


"Arrastrando tras de sí las provisiones, Regulo salió de la nave y volvió despacio al asteroide. La explosión que destruyó al Alberich y mató a Alexis y a Nita había expulsado suficiente material de la roca como para darle impulso angular. Giraba despacio sobre su eje más corto. Regulo se afirmó las provisiones contra el traje, le dirigió una última mirada a la nave siniestrada, se colocó detrás del asteroide y entró en la negra y profunda sombra. Sabía qué debía hacer. A tres millones de kilómetros, el Sol se extendería a más de veinticinco grados del cielo. Regulo debía permanecer lo suficientemente cerca de la superficie para quedar protegido por la sombra. Sería su única protección contra el rugiente horno en la otra cara del asteroide.

(...)

(…)

A cada lado del asteroide pasaba una corriente de gases ionizados, que salían de la hirviente superficie que daba al Sol y eran arrastrados por la ligera presión. El halo que formaban desparramaba los rayos del Sol, formando una fantasmal funda de azul, verde y blanco que revoloteaba a su alrededor. Cien metros más abajo, la superficie oscura de la roca comenzaba a burbujear y humear al volverse lentamente, asándose al resplandor del Sol como una pierna de cordero en un asador. La observó con mirada fría. Debía mantenerse apartado de ella, ahora y en las próximas setenta horas. No importaba. Era una razón más por la que no podía permitirse quedarse dormido otra vez. No volvería a hacerlo."


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