En 1982, un androide al borde de la muerte componía, entre lágrimas y gotas de lluvia, un lamento existencial pleno de poesía y de sentido de la maravilla. Con él, la ciencia ficción dejaba para la historia del cine un monólogo inmortal, que sería repetido hasta la saciedad durante los años posteriores y acabaría instituyéndose en materia de culto. Con él, la ciencia ficción demostraba cuán profunda puede llegar a ser cuando suma con talento metáfora y maravilla.
Han pasado casi 30 años. Hace apenas unos días, la ciencia ficción ha vuelto a regalarle al espectador un momento irrepetible que, se hace evidente en su contemplación, guarda bastantes similitudes con aquel otro. Esta vez el medio bendecido ha sido la televisión. Seguramente, dado el buen momento por el que atraviesan las series norteamericanas, y dada la abulia del aficionado actual, la escena atravesará nuestro presente sin pena ni gloria, pero espero, deseo, que pasado el tiempo, cuando en el futuro se reivindique esta pequeña joya del género audiovisual que es Battlestar Galáctica, estos dos monumentales minutos sean redescubiertos y alabados como merecen.
Hasta ahora, ningún guión cinematográfico había visitado Literatura en los talones. Déjenme solventar esa imperdonable ausencia con mi modesta traducción de este maravilloso extracto, del cual lamento no dar nombres ni más datos por no fastidiarles, a quienes la siguen, la continuidad de la serie.
Maravilloso. Pero, tal como ocurre con las obras teatrales, las líneas de un guión escrito para el medio audiovisual sólo pueden ser valoradas en su justa medida tras ver, en una pantalla, la interpretación que, apoyados en ellas, realizan los actores. Si no le tienen miedo al enorme spoiler que representa, pueden disfrutarlo aquí* tal como debe hacerse.
Extraído del episodio 15 de la cuarta temporada de Battlestar Galactica.
* Desgraciadamente, el vídeo ya no está disponible, pero sí pueden acceder al audio desde este enlace:
I don't want to be human!
Han pasado casi 30 años. Hace apenas unos días, la ciencia ficción ha vuelto a regalarle al espectador un momento irrepetible que, se hace evidente en su contemplación, guarda bastantes similitudes con aquel otro. Esta vez el medio bendecido ha sido la televisión. Seguramente, dado el buen momento por el que atraviesan las series norteamericanas, y dada la abulia del aficionado actual, la escena atravesará nuestro presente sin pena ni gloria, pero espero, deseo, que pasado el tiempo, cuando en el futuro se reivindique esta pequeña joya del género audiovisual que es Battlestar Galáctica, estos dos monumentales minutos sean redescubiertos y alabados como merecen.
Hasta ahora, ningún guión cinematográfico había visitado Literatura en los talones. Déjenme solventar esa imperdonable ausencia con mi modesta traducción de este maravilloso extracto, del cual lamento no dar nombres ni más datos por no fastidiarles, a quienes la siguen, la continuidad de la serie.
-En todos tus viajes, ¿has visto alguna vez una supernova?
-No.
-No... Bien, yo lo hice. Vi una estrella explotar y expulsar los cimientos del Universo. Otras estrellas, otros planetas, y a veces, otra vida. Una supernova: pura creación. Estuve allí, quise verlo y ser parte del momento. ¿Y sabes cómo percibí uno de los eventos más gloriosos del universo? Con estas ridículas y gelatinosas órbitas de mi cráneo. Con ojos diseñados para percibir una pequeña fracción del espectro electromagnético. Con oídos diseñados sólo para percibir vibraciones en el aire.
-Nosotros cinco te diseñamos para ser lo más humano posible.
-¡Yo no quiero ser humano! Quiero ver los rayos gamma, quiero oír los rayos X, y quiero...quiero oler la materia oscura. ¿Ves la absurdidad que soy? Ni siquiera puedo expresar estas cosas con propiedad, porque tengo que...tengo que conceptualizar ideas complejas en este estúpido y limitado lenguaje hablado. Pero sé que quiero poder agarrar con algo mejor que estas garras prensiles, y sentir el viento solar de una supernova fluyendo sobre mí. Soy una máquina. Y podría conocer mucho más, podría experimentar mucho más, pero estoy atrapado en este cuerpo absurdo. ¿Y por qué? Porque mis cinco creadores pensaron que Dios lo querría así.
Maravilloso. Pero, tal como ocurre con las obras teatrales, las líneas de un guión escrito para el medio audiovisual sólo pueden ser valoradas en su justa medida tras ver, en una pantalla, la interpretación que, apoyados en ellas, realizan los actores. Si no le tienen miedo al enorme spoiler que representa, pueden disfrutarlo aquí* tal como debe hacerse.
Extraído del episodio 15 de la cuarta temporada de Battlestar Galactica.
* Desgraciadamente, el vídeo ya no está disponible, pero sí pueden acceder al audio desde este enlace:
I don't want to be human!
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