Como habrán podido comprobar quienes durante la semana anterior se hayan pasado por el blog, Literatura en los talones ha cambiado de aspecto. Y como en la mayoría de ocasiones, no ha sido un hecho voluntario. Quise probar una de las novedades de blogger, y lo hice con resultados que en principio creí catastróficos. Cierto es que se ha descolocado una gran parte de las fotografías, y que me he visto obligado a reordenar, una por una, las entradas de esta bitácora. Sin embargo, creo que me darán la razón si señalo que a la postre el "accidente" ha sido muy beneficioso. En realidad, la modernización del blog era una asignatura pendiente que llevaba postergando desde hacía demasiado tiempo. Entre las ideas que tengo y su puesta en marcha siempre hay un obstáculo insalvable: yo mismo. Ha sido y es una constante en mi vida. Ya les mostré una vez los más de 30 borradores que, agostados pacientemente en las catacumbas de la Red, esperan ver la luz algún día, y que configuran una lista en continuo aumento. En todo caso, tras ver el resultado final creo que las mejoras en cuanto a funcionalidad y nuevas utilidades son más que notables, así que estoy contento, ha habido suerte.
Hace unos meses, cuando el blog llegó a su quinto aniversario, quise hacerles partícipes de lo que iban a ser pequeños cambios, o para ser más exactos, una suerte de ampliación. La relectura de entradas antiguas me ha hecho pensar en nuevas posibilidades. A partir de ahora, Literatura en los talones seguirá hospedando los viejos contenidos, las reseñas de mayor o menor extensión, mis pequeños desvaríos en forma de opiniones y algún que otro juego puntual que me parezca ameno, pero también incluirá algunas cosas nuevas. Siempre que he abordado temas colindantes con la literatura lo he hecho bajo alguna excusa peregrina. Se acabó el encorsetamiento. A partir de ahora, y sin justificaciones de ningún tipo, otros productos culturales tendrán también cabida en esta página. El cuarto arte, el séptimo, el noveno, y hasta el décimo (este especialmente), recibirán alguna entrada espontáneamente, según se me vaya antojando. Pretendo introducir también, sin abandonar la anterior, una nueva manera de abordar el juicio de mis lecturas. Seguirá habiendo críticas elaboradas, pero también opiniones breves, e incluso conjuntos de ellas en una misma entrada. Y alguna otra cosa que no quiero adelantar, por si me arrepiento.
En fin, que bajo la misma personalidad, el blog añadirá conductas nuevas. Esa es la idea. Espero no interponerme demasiado entre ella y su realización. Veremos qué sale adelante de todo esto.
Hace unos meses, cuando el blog llegó a su quinto aniversario, quise hacerles partícipes de lo que iban a ser pequeños cambios, o para ser más exactos, una suerte de ampliación. La relectura de entradas antiguas me ha hecho pensar en nuevas posibilidades. A partir de ahora, Literatura en los talones seguirá hospedando los viejos contenidos, las reseñas de mayor o menor extensión, mis pequeños desvaríos en forma de opiniones y algún que otro juego puntual que me parezca ameno, pero también incluirá algunas cosas nuevas. Siempre que he abordado temas colindantes con la literatura lo he hecho bajo alguna excusa peregrina. Se acabó el encorsetamiento. A partir de ahora, y sin justificaciones de ningún tipo, otros productos culturales tendrán también cabida en esta página. El cuarto arte, el séptimo, el noveno, y hasta el décimo (este especialmente), recibirán alguna entrada espontáneamente, según se me vaya antojando. Pretendo introducir también, sin abandonar la anterior, una nueva manera de abordar el juicio de mis lecturas. Seguirá habiendo críticas elaboradas, pero también opiniones breves, e incluso conjuntos de ellas en una misma entrada. Y alguna otra cosa que no quiero adelantar, por si me arrepiento.
En fin, que bajo la misma personalidad, el blog añadirá conductas nuevas. Esa es la idea. Espero no interponerme demasiado entre ella y su realización. Veremos qué sale adelante de todo esto.
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