Los tejedores de cabellos, de Andreas Esbach
Una de esas novelas que les pirran a la mayoría de lectores y que a mí se me ha atragantado por diferentes motivos. No, desde luego, por su escritura ni por pesadez (está excelentemente escrita y es ágil), sino estrictamente por su deficiente acabado. Tiene apariencia de fix-up, estrategia a la que soy muy afín, pero está un poco desordenada. Los primeros cuentos coinciden en mostrar ciertos aspectos de un mismo lugar, luego tenemos otros sueltos que aportan trasfondo y que incluso son buenos relatos por sí mismos, y luego hay un desenlace precipitado, que resuelve el misterio sembrado en todo el libro mediante un par de artificios absolutamente chuscos.
La historia huele toda a Gorodischer, y tiene momentos muy buenos, pero la estructura deficiente y ese final puro chiste, que te sume en la más absoluta perplejidad, le restan, me parece a mí, demasiados puntos. Como colección de cuentos está bien, como libro con ambición de novela, debido al ridículo giro final, no puedo tomarme la historia en serio. En mi opinión, es este uno de esos casos en los que las subtramas son mayores que la trama central. Aniquilación, de Jeff VanderMeer
Gran novela que subió puestos en mi pila debido a la espléndida película de Alex Garland. Primera de una trilogía, su cierre me dejó con el interrogante de qué aportarán los dos libros restantes, o más directamente, de si son necesarios. La sinopsis y algunos comentarios que he leído me inducen a pensar que no. Tal como queda la novela, una vez intuido el centro del asunto, no veo necesario leer las continuaciones.
Se trata de una obra que pide la participación del lector, de esas que te obligan a poner algo de tu parte para dar significado a todo aquello que la trama sugiere pero esconde. Cuenta con un fuerte componente visual e imaginativo. La paleta de colores de VanderMeer es extensa y la aplica con enorme gusto tanto en la imaginería como en el desarrollo argumental. Hay descripciones de lo extraño muy potentes. La mejor, precisamente, es aquella con la que no cuenta la versión cinematográfica, el descenso a un subterráneo cubierto por una maturaleza anómala. En definitiva, buena prosa, buena historia y una excelente composición.
Se trata de una obra que pide la participación del lector, de esas que te obligan a poner algo de tu parte para dar significado a todo aquello que la trama sugiere pero esconde. Cuenta con un fuerte componente visual e imaginativo. La paleta de colores de VanderMeer es extensa y la aplica con enorme gusto tanto en la imaginería como en el desarrollo argumental. Hay descripciones de lo extraño muy potentes. La mejor, precisamente, es aquella con la que no cuenta la versión cinematográfica, el descenso a un subterráneo cubierto por una maturaleza anómala. En definitiva, buena prosa, buena historia y una excelente composición.
Vagalume, de Julio Llamazares
Las novelas de Llamazares suelen tener un fuerte componente autobiográfico. En esta ocasión, no retrata los paisajes de su infancia, ni sus experiencias en el medio rural, ni sus años en Madrid, sino que desgrana sus pensamientos acerca de la escritura. Y lo hace a lomos de una trama de intriga realmente amena, el misterio de un escritor que muere dejando escondidas varias obras acabadas que no quiso publicar y de las que nunca habló a nadie. Es, por la historia, la novela de Llamazares más accesible para el gran público (casi austeriana), pero a la vez en la que mejor se vislumbra la parte íntima de su faceta de escritor.
La novela es un pequeño homenaje a los escritores de la novela popular o "de a duro" y a aquellos que escriben en la sombra, ajenos a la fama, y también una puerta de acceso a la forma de entender la escritura del autor de La lluvia amarilla. Me he hartado a anotar frases que, junto con la historia, han enriquecido mi manera de ver la figura del escritor. En Vagalume se desarrolla la resolución de un misterio literario, pero es, más que nada, un elogio a la labor de la escritura y a quienes dedican su vida a este noble arte. "Escritor es aquél que seguiría escribiendo aunque no publicara."
En el lejero, de Evelio Rosero
Novela alegórica que se presenta en clave de realismo mágico y que alude en el fondo de su trama a un problema, el del secuestro, que va más allá de la historia colombiana y que afecta a toda latinoamérica. No me quedo, sin embargo, con el contenido, sino con la metáfora y su interpretación, con la descripción de ese purgatorio o infierno que es el fantasmal pueblo al lado de un volcán en el que transcurren las pocas páginas de esta novela corta.
Aunque la alusión a Rulfo es inevitable, a mí me ha recordado en la finalización a Bernanos y en su inicio al Insmouth lovecraftiano, tanto por lo extraño de los habitantes como por la insistencia por lo macabro en su lenguaje. Tanta que hay momentos en los que he creído que un poco de contención habría favorecido al texto. Al margen de esos pocos momentos de desmesura, el desasosiego que Rosero logra provocar en el lector es notable, por la descripción del lugar y de sus gentes, y por la acción, desarrollada mediante el uso de varias personas narrativas. En definitiva, una brillante metáfora que me atrae más por la estética y el juego interpretativo que por la realidad que denuncia.
Aunque la alusión a Rulfo es inevitable, a mí me ha recordado en la finalización a Bernanos y en su inicio al Insmouth lovecraftiano, tanto por lo extraño de los habitantes como por la insistencia por lo macabro en su lenguaje. Tanta que hay momentos en los que he creído que un poco de contención habría favorecido al texto. Al margen de esos pocos momentos de desmesura, el desasosiego que Rosero logra provocar en el lector es notable, por la descripción del lugar y de sus gentes, y por la acción, desarrollada mediante el uso de varias personas narrativas. En definitiva, una brillante metáfora que me atrae más por la estética y el juego interpretativo que por la realidad que denuncia.
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