viernes, 19 de octubre de 2012

Imágenes de cf. XV

"Kearney cayó de rodillas y hundió la cara en la playa, donde percibió de manera clara y repentina no sólo los granos individuales de arena mojada sino las formas entre ellos. Parecían tan claras y detalladas que se sintió, brevemente, otra vez como un niño. Lloró por su pura pérdida: la pérdida de sí mismo. No he tenido vida ninguna, pensó. ¿Y por qué renuncié a ella? Por esto. Había matado a docenas de personas. Se había unido a un loco para hacer cosas terribles. Nunca había tenido hijos. Nunca había comprendido a Anna. Gimiendo tanto de autocompasión como del esfuerzo de no enfrentarse a su némesis, con la cara hundida firmemente en la arena, con el brazo izquierdo tendido rígido tras él, ofreció la bolsa que contenía los dados robados.
(...)
Una curiosa sensación (gélida aunque cálida, como el primer contacto de un anestésico en aerosol) se propagó sobre su piel, y luego, penetrando cada poro, le corrió por dentro, desbloqueando cada callejón sin salida en el que se había metido en sus cuarenta años, relajando el nudo magullado de dolor y frustración y asco (tan apretado e inútil como un puño, tan imposible de modificar o expulsar) en que se había convertido su yo consciente, hasta que no pudo ver ni oír ni sentir más que una suave oscuridad aterciopelada donde pareció vagar, sin pensar en nada. Después de un rato aparecieron unos cuantos puntos apagados de luz. Pronto hubo más, y más después.
Chispas, pensó él, recordando el éxtasis sexual de Anna. ¡Chispas en todo! Brillaron, se congregaron, revolotearon a su alrededor, y luego se posaron en las furiosas pautas giratorias del extraño atractor. Kearney se sintió caer hacia él, y separarse lentamente, y empezó a perderse. No era nada. Lo era todo. Agitó brazos y piernas, como un suicida al pasar por el decimotercer piso."

miércoles, 17 de octubre de 2012

John Brunner. El hombre completo

Dos hechos recientes han vuelto a poner a la editorial Gigamesh en el candelero: el premio Ignotus concedido en la XXX Hispacon al artículo "Gigamesh, ¿qué fue de...?" y la reedición de una de las novelas más importantes de John Brunner. El artículo escrito por Ignacio Illarregui, uno de los más polémicos del año, generó un aluvión de comentarios provenientes de aficionados y veteranos del mundo de la ciencia ficción. Algunos de los afectados por la serie de asuntos que denuncia el artículo y el propio Commander-in-Chief de la editorial, Alejo Cuervo, se enzarzaron en una discusión tan agria como interesante. Si les pica la curiosidad y deciden abrir el enlace, dedíquenle un tiempo a leer el hilo completo de comentarios posterior al texto de Illarregui. De ellos y de la concesión de este premio, producto de una votación entre afiliados a la AEFCFT y asistentes a la Hispacon, podrán extraer con facilidad las lógicas conclusiónes.
Por otra parte, y tras años de sequía, la editorial ha puesto a la venta un libro ajeno al entorno de George R. R. Martin. Se trata de la reedición de The Shockwave Rider, la obra que se suele citar junto a la Trilogía del desastre como principal logro del escritor británico John Brunner, una de las novelas más visionarias que haya dado la ciencia ficción. Es un libro de compra obligada, pero me "choca" la insatisfactoria elección del título. Salvat y Ultramar lo publicaron como El jinete en la onda del shock, pero en Gigamesh, supongo que por un mayor respeto a la literalidad y queriendo conservar la relación con El shock del futuro, el celebérrimo ensayo de Alvin Toffler que se encuentra en la base de esta novela, han decidido dejar la elegancia de lado y titularlo El jinete de la onda del shock, sin importarles el cacofónico efecto que la repetición preposicional y el anglicismo provocan.
En fin, lo importante es el contenido de esta gran obra, cuyo acierto prospectivo ayuda a entender por qué algunos sectores de aficionados (entre los que, como saben, no me incluyo) siguen exigiendo una capacidad visionaria al género. Esta edición cuenta con una traducción que mejora la anterior, así que háganse con ella. En cuanto a calidad se encuentra en el extremo opuesto del libro cuya reseña rescato a continuación, la cual escribí precisamente para la revista que la editorial Gigamesh publicó durante muchos años. El hombre completo es una de las obras más prescindibles de John Brunner, circunstancia que no disminuye ni un ápice la importancia de un autor que, como en muchos otros casos, merece un mayor reconocimiento del que se le ha dado.




El británico John Brunner debe su fama a algunas de las novelas que escribiera a finales de los 60 y principios de los 70, todas ellas especulaciones acerca de los peligros de la tecnología y la superpoblación. Órbita inestable, El rebaño ciego y, especialmente, Todos sobre Zanzíbar, evidenciaron el interés del escritor hacia los temas humanos y sociales y la clara influencia que ejerció sobre él la new wave. La Factoría de Ideas reedita una novela de Brunner anterior a su eclosión, candidata al premio Hugo.
El oxímoron que aparece en la portada de este libro (¿puede ostentar una obra la categoría de clásico habiendo sido olvidada?) es una pista engañosa de lo que se encuentra en su interior. El que la novela haya caído en el olvido no se debe a ninguna injusticia, sino que es una consecuencia natural derivada de su escasa calidad. Narra la historia de Gerry Howson, un disminuido físico de aspecto contrahecho, quien tras sufrir las penurias propias de su condición en la infancia y la adolescencia, se destapa una noche como el mayor telépata del planeta. Integrado posteriormente en el cuerpo de élite de telépatas residentes en la ciudad de Ulan Bator, Howson sale victorioso de las misiones que le son encomendadas hasta convertirse en el más prestigioso de todos ellos y, finalmente, encontrarse a sí mismo.
Muchas novelas han abordado el tema de la telepatía antes y después que ésta, bastantes de ellas con mejores resultados. El hombre completo recoge influencias de Más que humano de Theodore Sturgeon, en su escabroso principio y la especial condición del protagonista, pero no se acerca en absoluto a la inmensa calidad del auténtico clásico del género en el asunto de la telepatía, Muero por dentro, de Robert Silverberg, obra escrita posteriormente que trataría la comunicación entre mentes y su influencia en el individuo de manera definitiva, seria y literariamente comprometida.
Brunner, pese a centrar la acción en un solo protagonista, crea una historia deshilvanada, desarrollada en varias partes con muy poca relación entre ellas, una fórmula que recuerda los seriales televisivos, divididos en capítulos independientes, aunque con los mismos personajes. Ello se suma a la frialdad narrativa, sosa y desapasionada, que no logra transmitir la pretendida tortura interior del protagonista. El final, políticamente correcto, es una prueba más de que el autor se encuentra aún lejos de sus inquietudes posteriores.
Desafortunadamente, a la baja calidad de la novela se une la espantosa calidad de la traducción, una agresión continua a nuestro amado idioma. Baste el sangrante ejemplo de las enfermas «cuerdas bucales» de uno de los personajes para dar una idea. El hombre completo constituye un pequeño tropiezo para una colección como Solaris Ficción y un motivo de curiosidad para este crítico: ¿alguien puede decirme por qué el sujeto de la portada está tan «contento»?


Esta reseña fue publicada originalmente en el nº 34 de la revista Gigamesh.


martes, 9 de octubre de 2012

Una iniciativa encomiable


Hace unos días tuve la suerte de leer en el diario El País el siguiente artículo: Una librería en Madrid donde puedes no pagar. Entre tanta mala noticia, era imposible no reparar en un título tan sugerente. Como tenía un par de horas libres después de comer, y porque me encontraba cerca, decidí ir a comprobar si todo lo que se aseguraba en él era cierto o si se trataba del enésimo engaño publicitario. Una vez realizada la visita tengo que confesar que incluso me sorprendió, fue una de esas raras ocasiones en las que la realidad supera las propias expectativas. Pasé allí un par de horas sumamente agradables.
El establecimiento se encuentra en el número 7 de la calle Covarrubias, en el castizo barrio de Chamberí. Hay que pulsar el botón del portero automático en el que se anuncia Grupo 2013 para que abran la puerta, pues la librería se encuentra en un piso situado en el bajo, la antigua portería quizás. Nada más entrar, una voluntaria reparte folletos e informa de quiénes son y cuál es su labor. Es una ONG con apenas tres años de vida, cuyo trabajo se refleja en más de 10 países a lo largo de todo el mundo. En esencia, su objetivo es costear la educación de un número cada vez mayor de niños pertenecientes a países en vías de desarrollo. Crean bibliotecas y proporcionan clases particulares impartidas por profesores y estudiantes voluntarios.
Libros Libres es uno de sus muchos proyectos, una librería tan singular que a este humilde bloguero le ha enamorado desde el primer encuentro. El piso cuenta con un salón central convertido en biblioteca, con la peculiaridad de que los libros están a disposición de quien los quiera adoptar, sin coste ninguno y sin límite temporal. Es decir, que uno se lleva el libro a casa como si lo hubiera comprado. A través de una puerta situada a la derecha se accede a otra habitación dedicada a las películas. Algunas se pueden alquilar y otras comprar, por un euro o por cincuenta céntimos, una cuantía que ha de decidir el cliente. A la izquierda del salón se encuentra el despacho.
No hay otro límite que el marcado por la propia conciencia y la capacidad de carga. Uno se puede llevar los libros que le apetezca, aunque, se confía en la honestidad del visitante, sin caer en el abuso. Como puede apreciarse en la fotografía superior, hay libros de todo tipo y género. Algunos son nuevos; otros usados, procedentes de las colecciones personales de los donantes. Para que el proyecto siga en pie, se han marcado el objetivo de lograr 365 suscripciones anuales, con las cuales conseguirían el soporte económico necesario para continuar. La cuantía es de 12 euros, abonables en un solo pago anual o en las correspondientes mensualidades, aunque también se puede colaborar de diferentes maneras, sugeridas en la página web.
Voviendo a mi experiencia personal, sólo puedo decir que la visita fue casi mágica. Me recordó un sueño que tuve un par de veces en la adolescencia, el de llegar a una tienda repleta de libros (o tebeos) que no estaban marcados con un precio, una librería insólita en la que uno podía llevarse sin pagar lo que quisiera. De hecho, un par de clientes jóvenes con los que pude cruzar algunas palabras, lote de libros en los brazos, me reconocieron que se encontraban en la misma situación. Y sus ojos bien abiertos aseguraban que era cierto. Yo me fui con nueve libros, y dejé otros seis por aquello de la automoderación. A la salida, la voluntaria estampó un sello en cada uno de ellos con la leyenda "Este libro es libre. No se compra, no se vende", necesaria para asegurar que nadie hará negocio con ellos. Pagué mi cuota anual y prometí llevarles una caja repleta de libros, la cual tengo lista en casa desde esa misma tarde.
Animo a todos los lectores madrileños que frecuentan este blog a pasarse por allí y colaborar con lo que puedan. En estos tiempos de miseria moral, en los que el sistema capitalista muestra lo peor de su podrido esqueleto, el retorno a actividades como el trueque y a viejos valores como la solidaridad y el acto desinteresado, ya casi olvidados, debería ser casi obligado. No viene mal un poco de esperanza.




Enlace de la página web del proyecto: Libros Libres.