jueves, 17 de noviembre de 2022

Breves: Houellebecq, Piñol, Williams

La posibilidad de una isla, de Michel Houellebecq

Ciencia ficción al otro extremo del canon. Aquí no hay literatura de ideas, no hay sentido de la maravilla, excepto en ese paseo final por una España postapocalíptica, pero sí hay anhelo prospectivo. El futuro aquí representado es producto de la natural progresión y desarrollo de las actitudes humanas en este siglo marcado por la tecnología. Estamos ante el Houellebecq de siempre, certero en su lectura, desinhibido en su exposición. En una sola de sus páginas hay más verdades que en libros enteros de autores más complacientes. No es la trama la que tira del lector, sino las evidencias que Houellebecq va mostrando sobre las actitudes y la condición humana en sus versiones menos admitidas.  
A pesar de la incorrección política y la irreverencia habituales del autor, el fondo de esta novela es quizás el más triste y pesimista de toda su obra, lo cual es decir mucho. El mensaje final es tan claro como contundente. No hay remedio contra la muerte, solo el amor, y este no es mas que una creencia y una obsesión humanas. Un maravilloso libro de ciencia ficción para lectores que busquen especulación, crítica y la triste belleza de lo ineludible: 

Y el amor, en el que todo es fácil, 
donde todo se da al instante: 
existe en mitad del tiempo 
la posibilidad de una isla.



Pandora en el Congo, de Albert Sánchez Piñol

La novela que Piñol publicó tras esa obra maestra que es La piel fría supone una tremenda decepción. El libro no interesa hasta pasados dos tercios, a partir de la descripción del viaje bajo tierra y el encuentro con una civilización escondida. Hasta entonces, parece el plagio del anterior, escrito por alguien con menos talento. Ni siquiera la reiterada recurrencia en Conrad, aquí más literal, salva a esta novela. Sobra un sentido del humor mal traído y hay incluso sentencias mal integradas en la  voz del narrador. 
Sólo merece la pena la parte final. Ahí sí aparece el gran narrador que demostró ser Piñol. El viaje por las galerias y el encuentro final con la cuna de una civilizacion perdida tiene ese aroma de las grandes novelas de aventuras. Este tramo se disfrutaría más de haber aparecido antes, pero el peso de lo leído hasta entonces le resta oxígeno. 



Butcher's Crossing, de John Williams

Un chaval procedente del ambiente universitario quiere experimentar la autentica naturaleza en tierras salvajes. Para ello, viaja hasta una pequeña localidad de Kansas con la idea de organizar una partida en busca de búfalos, animales que, debido a la caza indiscriminada, se encuentran al borde de la desaparición. Un hombre llamado Miller le convence para que financie el viaje a un lugar secreto donde dice haberlos visto pasar el invierno. El libro es la crónica de la travesía y supervivencia en un valle en el que les atraparan las nieves y del que no podrán escapar hasta la primavera. 
He aquí la demostración de que un buen narrador no necesita de tramas enrevesadas ni artificios estilísticos. El autor de Butcher's Crossing no se pierde en florituras, desarrolla una historia de corte clásico con un estilo tradicional, de toda la vida, como lo hacía Jack London en sus historias de aventuras en territorios inhóspitos. El resultado es un novelón inovidable. Un lugar geográfico del que al lector le será imposible escapar, un invierno gélido en las montañas de Colorado entre nieve, búfalos y sangre. 

sábado, 12 de noviembre de 2022

Christina Rossetti. Tierra de sueños

Hace dos años que, a estas mismas horas, cercana la medianoche, recibí la llamada del hospital informándome de que mi madre había fallecido. Luchó contra la neumonía que le había provocado el SARS-CoV-2 durante once días, pero finalmente perdió la batalla. O, más certeramente, la guerra. Las condiciones de aquellas jornadas terribles, que, por no sepultar el recuerdo y hacer justicia, espero que el futuro desvele con toda su crudeza, nos arrebataron muchas cosas y aún lo siguen haciendo. En todo este tiempo, he intentado escribir un texto sobre mis padres y sobre aquellos días, un retrato veraz que estuviera a la altura, pero aún no he podido. Es sorprendente lo difícil que es, a veces, volcar al papel cosas que se tienen muy claras, marcadas a fuego en la cabeza. Cuesta calibrar toda la magnitud y las derivaciones de los hechos. 

Decía que, por ejemplo, aquella especie de borrado de los muertos, de entierro en el anonimato, de no poder asistir o siquiera ver a los seres queridos en sus ataudes, ha alargado sus efectos a los años posteriores. Uno no pudo despedirse, no pudo verlos, así que el recuerdo tampoco es el mismo. Y así ocurre que una fecha que en condiciones normales se tiene muy presente, con aquellos muertos se desvanezca. Familiares a los que les bailan los días y no la tienen clara; o uno mismo, que no se siente culpable porque sabe que la culpa está en otra parte. En los hechos, sin ir más lejos. Así que, para que nunca se me olvide, por si eso ocurre, dejo aquí, en este blog en el que he depositado tantos asuntos personales, un recordatorio que, si bien no será eterno, permanecerá en el rincón de los textos olvidados hasta que Blogger se extinga. Unos versos por y para mi madre.       

  



Como hice en su día con el poema Will Come Soft Rains, de Sara Teasdale, reproduzco ahora el titulado Dreamland, de la escritora inglesa Christina Rossetti. Al igual que la norteamericana, Rossetti no ha tenido en España mucho predicamento. Se cita siempre su parentesco con dos escritores notables que yo me niego a mencionar, pues me parece una escritora que se defiende por sí sola. A caballo entre el romanticismo y la época victoriana, se la suele incluir siempre en la Hermandad Prerrafaelita. Dreamland está incluido en su libro de poemas Goblin Market and Others. Me ha sido tremendamente complicado encontrarlo en castellano. Ignoro si la edición española de Pre-Textos, El mercado de los duendes, contiene sólo el largo poema del título o incluye también el resto. He copiado la excelente traducción de El espejo gótico, una página web temática hecha con gusto que pueden visitar haciendo click en el enlace del propio nombre. Sin más:


Tierra de sueños


Donde los ríos sin sol lloran,
Derramando en el abismo sus olas,
Ella duerme un sueño encantado
Del que no despertará.
Guiada por una estrella errante,
Ella llegó de lejanos lugares,
Buscando sus placeres
Donde las sombras yacen.

Ella dejó la rosada mañana,
Ella dejó los campos de maíz
Por el frío crepúsculo
Y los lánguidos manantiales.
A través del sueño, como un velo,
Ella observa el pálido cielo,
Escuchando el canto aéreo
Del triste ruiseñor.

Descanso, descanso, un perfecto descanso
Cubre su frente y sus senos,
Su rostro se vuelve al oeste,
Hacia la Tierra Púrpura.
Ella no puede ver el grano,
Madurando en la colina y el llano,
Ella no puede sentir a la lluvia
Caer sobre su frágil mano.

Descansa, descansa por siempre
En las exuberantes orillas
Descansa hasta que el corazón calle,
Hasta que el núcleo del tiempo muera.
Duerme un sueño que el dolor
No puede perturbar,
La noche no será quebrada por la mañana,
Hasta que la alegría se apodere
De su perfecta paz.