"Sus dientes se cerraron al extremo de mi manga y se agarró a ella hasta que le hice soltar su presa sacudiéndola.
Se calmó poco después. Lo estuve observando durante casi una hora. Parece apático y confundido, y aunque sigue resolviendo nuevos problemas sin recompensa, su modo de actuar es extraño. En lugar de movimientos prudentes, determinados, a lo largo de los corredores del laberinto, sus actos son precipitados y desordenados. Muchas veces toma un recodo demasiado aprisa y se da de hocicos contra una barrera. Da la extraña sensación de que está dominado por la urgencia.
Dudo en formular un juicio precipitado. Todo esto puede deberse a muchas razones."
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